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Publicado el 14 de agosto de 2013 por María Martinón

LA SIERRA DE ATAPUERCA: LA “CASA TOMADA”

 

“—Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

— ¿Estás seguro?

 Asentí.”

 

Casa tomada, Julio Cortázar

 

 

Para una devota consumidora de películas de miedo, el mérito del suspense está más en lo que se oculta que en lo que se muestra. Tanto en el miedo como en el cortejo, el poder de la insinuación es más seductor que el de la obviedad, entre otras cosas porque a todo lo que sucede se le suma la inmensidad de lo posible. Uno de los más emblemáticos exponentes de esta realidad en la literatura, es el cuento de la “Casa tomada” de Julio Cortázar, donde dos hermanos que habitan solos un enorme caserón se ven progresivamente desplazados hasta llegar incluso al abandono del hogar porque “algo” o “alguien” habita el fondo de la casa. Esa presencia misteriosa jamás es definida en todo el cuento, y Cortázar camina magistralmente por una delgada cuerda de equilibrio en la que la falta de información hace esa presencia todavía más siniestra y poderosa. No sólo están en la casa, sino que la han tomado. Cada vez que abordo la cuestión sobre el poblamiento de Europa durante el Pleistoceno Inferior, hace más de 780.000 años, no puedo dejar de pensar en este cuento. Hasta hace muy poco nos imaginábamos nuestro continente durante este periodo como un caserón vacío. Solo un poco más tarde empezamos a notar movimientos, piedras sacadas del sitio donde la naturaleza las había dejado, algunas rotas de forma intencionada, talladas, restos de animales muertos con las marcas de su degüello, indicios, siempre ruidos, siempre pasos, nunca estrepitosos, un avance sigiloso, aunque no sabíamos de quién, en la parte “del fondo” de Europa.

 

Aunque el debate sigue abierto en torno a la precisión de algunas dataciones, hoy se acepta de forma general que Europa pudo estar habitada al menos hace 1.4 millones de años (M.a.). En nuestra península lo atestiguan con fósiles el yacimiento de la Gran Dolina en Atapuerca, con una excelente colección de la especie H. antecessor hallada en el nivel TD6 (más de 900.000 años), el yacimiento de la Sima del Elefante también en Atapuerca, con una mandíbula, una falange y un fragmento de húmero humanos del nivel TE9 (aproximadamente 1.2 M.a.), y el yacimiento de Orce (Granada), con un diente de leche de cerca de 1.4 M.a. Sin embargo, el debate se centra ahora en el “carácter” de esta ocupación: si ha sido un asentamiento estable o continuo o por el contrario no se trata más que de excursiones de visitantes esporádicos que sucedieron en momentos muy concretos y cuyos protagonistas acabaron extinguiéndose cuando las condiciones dejaron de ser propicias. El hallazgo durante los 90, en el sondeo de la Gran Dolina, de varias piezas de industria en los niveles TD5 y TD4, con una cronología intermedia entre la Sima del Elefante y la Gran Dolina-TD6 (y confirmado durante la campaña de excavación de este mismo año con el hallazgo de más herramientas en TD4) completaría el “hueco” entre los 900.000 y los 1.2 M.a., aun cuando los protagonistas de este intermedio “se resistan” a mostrarse de frente. Por si fuera poco, la campaña de Ata 2013 ha alargado la secuencia por abajo, al aparecer una lasca de sílex en un nivel inferior (TE8) al de la mandíbula humana de la Sima del Elefante (TE9), lo que estira por lo tanto la presencia de humanos en la Sierra de Atapuerca a hace 1.4 millones de años al menos. Gracias pues a los indicios de TD6, TD5 y la Sima del Elefante sabemos que el poblamiento temprano de Europa en torno al millón de años, no estuvo protagonizado por visitantes esporádicos, por un puñado de escapados del pelotón de poca huella, sino que se trata de uno (o posiblemente varios) episodios de mayor entidad, una presencia continuada de homínidos que “tomaron” Europa durante más de medio millón de años. Pero ojo. Una ocupación continua no implica que los homínidos no se hayan movido de la Sierra desde que llegaron. Es posible que en épocas de mayor adversidad (climática sobre todo) los humanos se hayan “retirado” a refugios en latitudes inferiores o en la costa, repoblando la Sierra u otras zonas cuando las condiciones mejoraron. Esta continuidad no implica tampoco que el homínido encontrado en la Sima del Elefante y los homínidos de la Gran Dolina-TD6 pertenezcan a la misma especie. El asentamiento de Europa no es necesariamente el resultado de una única oleada migratoria que una vez arribó a esta tierra no la abandonó jamás, sino que puede ser resultado de varias entradas de grupos inmigrantes que son los que hallamos en los diferentes niveles estratigráficos.

En este contexto, trabajamos ahora en la hipótesis de que las poblaciones de Gran Dolina-TD6 y Sima del Elefante están probablemente relacionadas, pero representan poblaciones o grupos humanos diferentes. Así, habrían entrado en Europa en momentos secuenciales y, biológicamente, compartirían un sustrato común (heredado de un mismo padre o ancestro), pero cada una presentaría también sus propias singularidades. La particular “modernidad” de H. antecessor, no solo en su aspecto facial, sino también en su tamaño craneal y su patrón de desarrollo dental, complican la posibilidad de que el homínido de la Sima de la Elefante pertenezca a la misma especie, pues implicaría que la aparición de estos rasgos tan avanzados se remonta al menos a 1.5 millones de años. Pero quién sabe. Solo más investigaciones y más hallazgos podrán resolver el misterio de si la Sierra estuvo tomada por una o por dos especies diferentes. Ojalá la presencia misteriosa se defina. Ojalá encontremos su cadáver.

 

María Martinón-Torres

 

Bermúdez de Castro, J.M., Martinón-Torres, M., Blasco, R., Rosell, J., Carbonell, E. (2013). Continuity or discontinuity in the European Early Pleistocene human settlement: the Atapuerca evidence. Quaternary Science Reviews 76, 53-65.