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Publicado el 10 de octubre de 2022 por Javier Castellano Barón

Recordando a Emiliano Aguirre en el amanecer de su vida: su formación en el seno familiar, académica y otras influencias

A velocidad vertiginosa ha pasado un año desde que nos dejó Emiliano, para muchos un hito que formará parte importante de nuestra experiencia vital.

 

Todo el mundo sabe quién fue Emiliano Aguirre. A cualquiera que preguntes te dirá que era “el padre de las excavaciones de Atapuerca” y que fue Premio Príncipe de Asturias en 1997. Evidentemente eso es cierto y muy meritorio, pero ello no refleja en absoluto toda la realidad de lo que él fue. Conocerlo es conocer a un gran maestro de maestros, no solo en temas científicos en los que destacó plenamente, sino también en los aspectos humanos, humanistas, éticos y morales. Con él muchos no solo aprendimos paleontología, también supo ser el ejemplo de cómo debe de comportarse un ser humano en este mundo que nos ha tocado vivir.

 

El cuarto hijo de 10 hermanos, Emiliano, nació el 5 de octubre del año 1925 en el Ferrol, en Capitanía General, entonces su abuelo materno el Almirante Enríquez ocupaba el puesto de Capitán General de la Armada en el Ferrol. De familia tradicional y católica estuvo educado en esos valores, y aunque la ruina de su abuelo paterno y su padre propietarios de grandes minas en La Unión y de Sociedades de Seguros en Berna comenzó tras finalizar la primera Guerra Mundial y terminando con la Gran Depresión, la sufrió con apenas 4 años, a Emiliano le dio tiempo de conocer los gloriosos años de la familia, llegando a sufrir la escasez de recursos durante su niñez. Con tan solo 11 años de edad Emiliano, al comienzo de La Guerra Civil, tiene que abandonar Madrid junto a su familia para salvar sus vidas. Volverán en el año 1939.

 

Foto: Capitanía General de Ferrol

 

De su hermana mayor Maruxa, una de las gemelas, aprendió a leer cuando todavía no contaba con cinco años de edad. Su padre, Luis de Aguirre, dedica unos deliciosos versos en su publicación “Retales de un viejo corazón” a este acontecimiento familiar. Lo que más le sorprende de esto no es su adelanto en el tiempo si no su gran necesidad de aprender a leer para saber, para conocer más cosas. Fue también su padre quien le dio sus primeras clases de dibujo, que bien supo aprovechar. Hereda también de él su afición a la poesía y en su joven cabeza queda grabada aquellas palabras de su padre instándole a la perfección en la realización de sus trabajos.

 

El bachillerato lo hace Emiliano sacando muy buenas notas. No podría ser de otra forma, había que conseguir becas pues eran 10 hermanos los que tenían que estudiar y las cuentas no saldrían en caso contrario. Con catorce años Emiliano crea crucigramas que vende a los periódicos para sacar algo de dinero que pueda ayudar a la familia.

 

Al terminar el bachillerato ingresa en el noviciado que la Compañía de Jesús tenía en Aranjuez en donde tras dos años de noviciado cursó 3 cursos de Humanidades. Este evento lo describe su padre en el libro que antes he mencionado. Merece la pena leerlo.

 

Entre los años 1947 y 1950 cursó Filosofía en la Facultad de los Jesuitas, en Chamartín, cerca de Madrid. Es evidente que esta etapa debió de ser la responsable de su gran formación humana y humanista.

 

La Compañía de Jesús consciente de los valores de Emiliano le envió en 1951 a Madrid para que cursara la carrera de Ciencias Naturales en la Universidad Complutense. La terminó en el año 1955 con Premio Nacional Fin de Carrera y por su capacidad de organización e iniciativa es comisionado para reorganizar la carrera de Ciencias y dividirla en Biológicas y Geológicas. A estos años pertenecen una serie de dibujos de aves y de invertebrados que demuestran su gran facilidad para el dibujo.

 

En 1954 Emiliano asistiendo al II Cursillo Internacional de paleontología de Sabadell, redacta su crónica destacándose por sus capacidades organizativas y convirtiéndose en punto de mira de Miquel Crusafont y de Bermudo Meléndez. Ambos lo quieren como ayudante. Comienza a ser conocido por los grandes de la paleontología. En esta etapa realiza una serie de caricaturas de todos aquellos paleontólogos que va conociendo.

 

En 1955 Emiliano se traslada a Granada a estudiar Teología y en 1956 al mismo tiempo que continúa con sus estudios de Teología colabora con Bermudo Meléndez y Asunción Linares en las clases prácticas de los alumnos de Geológicas de Granada. Y con este motivo se recorre la provincia de Granada estudiando sus fósiles y entre otras cosas, organiza un Seminario de la Evolución en la Biblioteca de la Facultad de Teología de Granada algo que pudo escandalizar a algunos. En los pueblos de Granada lo conocían como “el cura de las barbas”.

 

Después de conocer las líneas generales de su completa formación comprenderemos la excepcionalidad del gran Emiliano, que, aunque humilde, tenía motivos para no serlo. Siempre recordaré algo que me repetía muchas veces: “siempre aprendo de mis discípulos”.

 

EMILIANO Y TEILHARD DE CHARDIN

 

En el año 1955 Emiliano ya conocía la obra de Teilhard, seguro que Miquel Crusafont le había hablado de él. Se conserva copia de una carta de Crusafont a Teilhard de los años 40 en la que le pide unas separatas de sus trabajos. Y parece ser que Teilhard se las envió. Comparto la opinión de mi admirado amigo Leandro Sequeiros quien opina que fue George G. Simpson que conoció personalmente a Teilhard y con quien había entablado amistad en Estados Unidos en los años 40-50, quien introdujo en España su pensamiento. En esta época Emiliano escribe varios artículos sobre Teilhard. Incluso fue el primero que publicó en España una extensa nota necrológica de Teilhard en una revista de Arqueología, glosando su pensamiento.

 

En el año 1964, María de los Reyes Laffitte y Pérez del Pulgar, condesa de Campo Alange, escritora, ensayista, vicepresidenta del Ateneo de Madrid entabla amistad con el joven sacerdote Emiliano de Aguirre, vocal del Ateneo. María queda admirada de la capacidad de Emiliano al que invita con asiduidad a su casa, en donde Emiliano habla de evolucionismo y de antropología.

 

María anima a Emiliano Aguirre, a Miquel Crusafont, Fernando Riaza y Jesús Moneo Montoya a crear un grupo de trabajo para hablar sobre el Teilhard.

 

El 10 de junio de 1965 en la sala de reuniones del MNCN tiene lugar el primer encuentro En 1969 el grupo como tal deja de reunirse.

 

RECORDANDO A EMILIANO EN EL ATARDECER DE SU VIDA:

 

Leandro Sequeiros impulsa la creación de una nueva Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin (sección española) y el 25 de septiembre del año 2013 un grupo de 50 personas, presididos por Emiliano Aguirre, se reúnen en la Sala de Juntas del ICADE y deciden constituir la mencionada Asociación. En este mismo acto se designa la nueva Junta Directiva.

 

Presidente: Dr. Emiliano de Aguirre Enríquez.
Vicepresidente: Dr. Leandro Sequeiros San Román. Secretario: D. Manuel Medina Casado
Tesorero: D. Javier Castellano Barón
Vocales: D. Manuel Cortés García y D. Eduardo Ochoa de Aspuru Gutiérrez.

 

Emiliano hasta su fallecimiento fue nuestro querido presidente. Siendo actualmente nuestro presidente de honor. Durante este último periodo de su vida Emiliano siguió siendo un lector incansable. Hasta pocos días antes de su fallecimiento en la mesa que tenía junto a su butaca favorita siempre había dos libros. Uno de ellos relacionado con la paleontología, normalmente un libro escrito por algún discípulo y otro de tema Fe y Religión. Pocos días antes de morir me encontré con el libro de Úrsula King, Cristo en todas las cosas, cuya presentación había sido firmada por él, quizá fue su último escrito.

 

No quiero acabar estas líneas sin manifestar mi enorme gratitud al matrimonio Aguirre-Bule. Ambos me demostraron continuamente su gran amistad y confiaron en mi depositando todo su legado científico en la Fundación que lleva su nombre y que yo tengo el honor y la responsabilidad de presidir. Desgraciadamente Emiliano nos dejó, pero tuve la suerte de contar con su amistad durante un periodo de tiempo que comenzó en el año 1977 y termino en el año 2021. Su recuerdo permanecerá siempre imborrable. Para mí a este periodo de mi vida lo he bautizado con el nombre de Emilianense.

 

Foto: cuadro de Emiliano Aguirre junto a Javier Castellano Barón

(Emiliano falleció el 12 de octubre de 2021 en Madrid)

Javier Castellano Barón

Presidente de la Fundación Paleontológica Emiliano Aguirre.