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El MEH presenta ‘El amigo de Vermeer’, una exposición que muestra uno de los diez microscopios originales de Leeuwenhoek

Además del microscopio original de Anton Leewenjoek, padre de la microscopía biológica, se expone una selección de instrumentos que recorren la historia de la microscopia óptica. La Sala de Pieza Única del Museo se ha transformado en un espacio ‘Vermeer’, recordando al gran pintor flamenco, amigo de Leewenhoek. La muestra se podrá ver hasta el próximo mes de noviembre.

MEH

La directora general de Políticas Culturales, Mar Sancho, acompañada de Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución Humana (MEH) ha presentado este viernes, 7 de abril, la exposición ‘El amigo de Vermeer. El ojo y la lente’, que expone uno de los diez microscopios originales de Anton Leeuwenhoek, considerado el padre de la microscopía biológica.

 

Esta exposición se podrá ver en la Sala de Pieza Única del MEH hasta el mes de noviembre de 2017 con entrada libre. Ha sido comisariada por Tomás Camacho, quien ha creado una de las mejores colecciones particulares de microscopios del mundo. Además del microscopio original, pieza que encabeza la exposición, se muestra una selección de instrumentos que recorren la historia de la microscopia óptica. Así, se podrán admirar otros 20 microscopios originales, una vidriera del siglo XVII y dos libros con un gran valor.

 

Este es el único microscopio de Leewenhoek de los existentes que se ha sometido a todo tipo de pruebas que constatan su autenticidad. Hay otros nueve objetos como éste en el mundo, pero la duda de autenticidad recae sobre algunos. Antes de llegar aquí esta pieza ha estado antes en la Sede de la Unesco en París o en la Royal Society de Londres.

 

El visitante podrá aprender por qué Antonie Van Leeuwenhoek ha pasado a los libros de historia como el padre de la microbiología por sus excepcionales observaciones del mundo microbiano a través de unos sencillos microscopios que él mismo se construía. En esa época se trabajaba con cuatro aumentos (como una simple lupa) y el científico consiguió 300. En la actualidad se utilizan microscopios con 400 aumentos, por lo que Leeuwenhoek consiguió logros impresionantes para la época.

 

Un comerciante de paños

 

Quien está considerado el padre de la microscopía biológica no fue –en origen- un científico profesional, sino un comerciante de paños de Delft, en los Países Bajos. Acostumbrado por su oficio al manejo de lentes, Leeuwenhoek desarrolló por su cuenta un microscopio de asombrosa potencia. Su profesión, vendedor de telas, le llevó a buscar la manera de aumentar la visión de su lupa, con la que comprobaba la calidad de las telas. Bajo este empeño creó más de 500 microscopios. Luego puso el ojo, y ante él aparecieron las maravillas que habían permanecido desde siempre ocultas a la vista. Así, se convirtió en un precursor de las ciencias sin quererlo, descubriendo la trama del tejido de la vida

 

Leewenhoek y Vermeer fueron grandes amigos y puede que incluso el científico ayudara al pintor a utilizar una cámara oscura, otro invento óptico, para perfeccionar sus cuadros. Por ello, para esta exposición se ha querido crear un espacio ‘Vermeer’, que recuerde al gran pintor flamenco. Así el  microscopio está acompañado de una museografía que evoca los interiores de esos bellos cuadros del pintor, transportándonos al ambiente en el que creció y trabajó Leewenhoek y que nos remite a dos de sus famosos cuadros ‘La joven de la perla’ y ‘El ilusionista’.

 

Además, otras dos joyas rodean a los microscopios: Se trata de dos libros ‘Arcana Naturae’ del mismo Anton Van Leewenhoek, una obra con la que el científico reveló el microcosmos que pudo observar con sus microscopios y ‘Micrographia’ de Robert Hooke, una obra que influenció a Leewenhoek y le hizo comprender que las lentes podrían servir para algo más que para apreciar la calidad de los paños que compraba o vendía. También se podrá admirar una vidriera original del siglo XVII de la Colección Gerstenmaier.

 

El MEH ha contado con la colaboración de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense de Madrid y  la Fundación Gerstenmaier.

 

El Cráneo 4 se incorpora a la exposición permanente

 

Por otro lado, el director científico del Museo de la Evolución Humana, Juan Luis Arsuaga, ha presentado también esta mañana la nueva ubicación del Cráneo 4, que tras protagonizar una exposición en la Sala de Pieza Única, ha pasado a formar parte de la exposición permanente del Museo en una de las pastillas de la planta -1. En concreto, este cráneo fósil, también descubierto en la Sima de los Huesos de Atapuerca en julio de 1992, se exhibe junto con el Cráneo 5 (Miguelón), que los visitantes disfrutan desde la inauguración del Museo.

 

Se trata de un neurocráneo o calvaria, es decir, un cráneo al que le falta la cara y tiene una antigüedad de 430.000 años. Posee un gran volumen encefálico para su antigüedad y es ancho y de bóveda baja. Además, presenta un reborde óseo sobre las órbitas o torus supraorbitario que recuerda al de los neandertales, posteriores en el tiempo. El torus se caracteriza porque los arcos de las dos órbitas se fusionan en la región interorbitaria o ‘glabela’ (sobre los huesos de la nariz), y porque su sección es redonda. El hueso occipital presenta un torus recto y delgado y sobre él existe una superficie semicircular plana, llamada área suprainíaca.