Blog científico

Tenemos muchas cosas para contarte

Blog científico

Publicado el 10 de mayo de 2023 por Alfonso Benito Calvo

Las Loras, arrasamientos relictos usados por asentamientos de leyenda

Alfonso Benito Calvo - CENIEH

 

En el enlace entre las crestas cantábricas y las llanuras de la cuenca del Duero, y repartido entre las provincias de Burgos y Palencia, se desarrolla un territorio de media montaña con un paisaje espectacular que mereció el reconocimiento de Geoparque por parte de la UNESCO. Se trata del Geoparque Las Loras, cuya identidad está unida a estas singulares formas del terreno: las loras. Estas morfologías son altiplanos seccionados por la red fluvial y comúnmente preservados en calizas, donde se suelen localizar importantes asentamientos arqueológicos de carácter defensivo y estratégico, debido a la fortaleza natural que proporcionaban sus planos elevados rodeados de escarpes, desde los que se dominaban los valles y terrenos bajos circundantes. En este sentido, se piensa que la palabra “lora” deriva del latín “lauris-laura” ‒o corona de laurel como signo de gloria y reconocimiento alcanzado por estos asentamientos‒, que sería adoptado posteriormente por la ocupación musulmana a través del arabismo “lawra”. Peña Amaya, conocida como la “capital de los cántabros” y con ocupaciones arqueológicas entre la Edad del Bronce y la Baja Edad Media, así como Monte Bernorio y Peña Ulaña, con ocupaciones emblemáticas de la Edad del Hierro, son algunas de las loras cuyos asentamientos arqueológicos adquirieron una trascendencia legendaria por su implicación en las guerras cántabras contra los romanos.

 

El paisaje de Las Loras está íntimamente relacionado con la estructura geológica de la región. Este territorio está surcado por pliegues tectónicos que deforman los estratos geológicos mesozoicos, dando lugar a estructuras anticlinales (convexas) y sinclinales (cóncavas). Actualmente, las formas sinclinales se conservan en lo alto de las loras, formando “sinclinales colgados”, mientras que las estructuras anticlinales fueron erosionadas por los valles y han dado lugar a depresiones del terreno llamadas “combes”. La sucesión de sinclinales colgados y combes crea un paisaje singular que en geomorfología recibe el nombre de “relieve invertido”.

 

No obstante, los llanos que culminan y definen las loras no son planos impuestos por la estructura geológica. Al contrario, varios autores señalan que estos rasos suelen cortar y sesgar los estratos geológicos y sus estructuras. Se trata pues de planicies erosivas que se formaron por la denudación del relieve, sin duda actuando a lo largo de prolongados periodos de tiempo. La acción continuada de los procesos de alteración y erosión fue desgastando las rocas, cercenando las estructuras tectónicas y arrasando la orografía, hasta que la superficie del terreno alcanzó una gran planitud. También denominadas como superficies de erosión o arrasamientos, estas llanuras representan un estado avanzado o maduro de los procesos de erosión, caracterizado por relieves casi (pen-) planos. En este sentido, fueron denominadas "penillanuras" por William M. Davis, quién las interpretó como un estado avanzado de su "ciclo de erosión". De otros investigadores surgieron otros modelos (W. Penck, L.C. King), como el término pedillanura, para describir las superficies creadas por el retroceso erosivo de los frentes montañosos en climas áridos y semiáridos, que dio lugar a pedimentos o llanuras inclinadas que unen el pie de las crestas montañosas con las tierras bajas de las depresiones. Varios tipos de superficies de erosión han sido propuestas en función de su génesis, aunque, en general, la mayoría se asocian a evoluciones policíclicas del relieve, donde los ciclos de erosión se suceden separados por levantamientos tectónicos, los cuales rejuvenecen el relieve y reactivan los procesos erosivos, iniciando otro ciclo que tiende a labrar un nuevo arrasamiento que hace retroceder a las superficies anteriores.

 

Las Loras se sitúan en la zona de transición entre la Cordillera Cantábrica y la cuenca del Duero, cuya la topografía dibuja formas de pedimento que incluyen tanto extensas planicies (Páramo de Masa, Páramo de Sargentes de la Lora), como los planos de extensión más reducida por la disección de los valles, que son los altiplanos de Las Loras (Peña Ulaña, La Mesa de Úrbel del Castillo, Las Tuerces, Lora Grande, La Lora, etc). En estos relieves, diversos autores han reconocido varios ciclos de erosión y rejuvenecimiento del relieve, que dieron lugar a varios niveles de arrasamiento situados a distintas alturas, y cuyos sedimentos erosionados fueron rellenando la cuenca del Duero durante el Terciario. Esta evolución policlínica del relieve habría cesado tras la apertura de la cuenca del Duero al océano Atlántico y el comienzo de las glaciaciones cuaternarias, que desencadenaron la excavación de los valles actuales. La erosión diferencial causada por los ríos favoreció la excavación de los valles en los materiales más blandos, que afloraban a lo largo de los ejes anticlinales, mientras que las rocas más duras, representadas por las calizas que aún persistían en los sinclinales, preservaron los planos relictos de las antiguas llanuras. La progresiva excavación de los valles fue dejando aislados y colgados los retazos de las llanuras relictas, formando los altiplanos de Las Loras.

 

Las Loras, por tanto, no sólo son un magnífico ejemplo de cómo las rocas y estructuras geológicas condicionan la disección del relieve, si no que sus arrasamientos guardan información crucial para reconstruir el pasado geológico. Estas formas del terreno están siendo investigados en el Geoparque UNESCO Las Loras gracias a la Beca de Investigación concedida por Galletas Gullón y la Asociación para la Reserva Geológica de Las Loras, con objeto de ahondar en la historia geológica que dio lugar a este singular relieve de tan laureados asentamientos arqueológicos y espectacular paisaje.
Imagen. Perspectiva 3D y evolución sintética de Las Loras, donde se observa como los altiplanos arrasan los estratos geológicos, dibujando formas de pedillanura actualmente relictas debido a la incisión de los valles fluviales.