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Publicado el 14 de octubre de 2022 por Adrián Pablos

Prometeo: Sobre huesos y barro

 

Corría el año 1816 cuando Mary Shelley (entonces Mary Godwin por su apellido de soltera) se reunió con grandes escritores de la época cerca del lago de Ginebra, como Lord Byron o John W. Polidori. Allí surgió la semilla de algunos famosos relatos de terror. Aquella reunión le sirvió como inspiración para publicar dos años más tarde una de sus más famosas novelas; “Frankenstein o el moderno Prometeo”, que homenajeaba al titán Prometeo de la mitología griega.

 

Una de las hazañas más conocidas de Prometeo fue robarles el fuego a los dioses en el monte Olimpo y entregárselo a los humanos. Zeus enfadado le castigó por ello encadenándole y haciendo que un águila le comiera el hígado. La inmortalidad de Prometeo le hacía revivir y su hígado volvía a crecer en su castigo eterno, pues el águila cada día retornaba a alimentarse de su órgano vital. Pero es otra, menos conocida, la versión de Prometeo que nos atañe ahora. Este titán cogió trozos de barro y los fue juntando creando a los humanos e infundiéndoles vida.

 

El Doctor Frankenstein de la novela de Mary Shelley no dejaba de ser un moderno Prometeo, según esta última versión de la mitología, que unía fragmentos de diferentes cadáveres para generar vida con un chispazo vital. Lo que creó realmente el Dr. Frankenstein fue una criatura esperpéntica de proporciones inhumanas que infundía un miedo atroz solamente por su aspecto.

 

En la Sima de los Huesos de Atapuerca, yacimiento dirigido por Juan Luis Arsuaga, entre barro y huesos de oso se han recuperado más de 7000 fósiles humanos de una especie antepasada de los neandertales. Esos miles de huesos pertenecen al menos a 29 individuos tanto masculinos como femeninos, la mayoría adolescentes tardíos o adultos jóvenes de proporciones muy similares.

 

La Sima de los Huesos representa un gran regalo envenenado para los investigadores, pues representa la mayor colección de fósiles humanos del mundo de una especie diferente a la nuestra encontrada en un único yacimiento. Sin embargo, los huesos no siempre se encuentran completos ni colocados. Sino que están fragmentados y mezclados en un espacio relativamente pequeño. Esos puzles tienen unas 206 piezas, el mismo número de huesos que de manera general tiene el cuerpo humano, pero que se encuentran fragmentadas en la mayoría de los casos. Además, los restos humanos están mezclados con fragmentos de piezas de otros puzles diferentes pertenecientes al menos a unos 200 osos.

 

Solamente haría falta algo de tiempo y paciencia para reconstruir todos y cada uno de los esqueletos formados por esos puzles. Cada campaña de excavación desde 1983 el equipo de investigación y excavación recupera unos pocos de esos fragmentos que posteriormente en el laboratorio son ensamblados como si de 29 puzles incompletos se tratase.

 

Cuando dos fragmentos de un mismo hueso son recuperados en la misma o en diferentes campañas de excavación es relativamente fácil asociarlos una vez que se ha identificado finamente cada región anatómica del hueso. Eso es lo que lleva haciendo el equipo de excavación e investigación de la Sima de los Huesos de manera incansable durante los últimos 40 años. El problema viene cuando intentamos asociar diferentes huesos de un mismo individuo por sus características paleobiológicas como la edad de muerte, dimensiones, patologías, morfología general, encaje de las superficies articulares, etc.

 

Como hemos comentado, los individuos de la Sima de los Huesos son endiabladamente similares en cuanto a dimensiones y proporciones haciendo muy complejo el hecho de asociar diferentes huesos a un mismo esqueleto. Corremos el riesgo de componer lo que llamamos “Frankenstein`s” en honor a la novela de Mary Shelley. Es decir diferentes elementos de diferentes individuos que podríamos estar asociando de manera incorrecta y esperpéntica.

 

Cada año, con los nuevos fragmentos reevaluamos las diferentes asociaciones de los fósiles humanos del yacimiento en busca de nuevas asociaciones y eliminación de posibles Frankenstein’s. Durante la excavación en la Sima de los Huesos de los años 1994 a 1999 se recuperaron varios huesos de los pies de individuos adultos grandes, presumiblemente masculinos. Todos ellos aparecieron en un pequeño espacio de alrededor de medio metro cuadrado. Con la ayuda de Carlos Lorenzo se han asociado e identificado esos huesos como pertenecientes a uno de los individuos adultos masculinos de la muestra de la Sima de los Huesos.

 

Entre los más de 7000 fósiles humanos recuperados, más de 500 pertenecen al pie. Y dentro de esos 500, estos 26 huesos son la hipótesis más probable de asociación de dos pies de un mismo individuo dentro de la colección. Pero no deja de ser eso, la hipótesis más probable con la muestra actual. La colección crece cada año haciendo que se reevalúen todas y cada una de las asociaciones propuestas hasta el momento. A la asociación de estos dos pies el equipo de excavación e investigación ha decidido llamarle cariñosamente “Prometeo” en honor a la novela de Mary Shelley y al titán de la mitología.

 

Ya que en el fondo trabajamos entre barro y huesos intentando reconstruir cómo eran los esqueletos y las proporciones del cuerpo de estos humanos que habitaron la sierra de Atapuerca hace unos 430.000 años a partir de la asociación de elementos del esqueleto. Los resultados del estudio de ambos pies de Prometeo nos indican que se trata de un individuo muy robusto probablemente masculino con una estatura de alrededor de 1,74 m, y que podría calzar unos zapatos del número 42-43, pero mucho más anchos que el calzado que estamos acostumbrados a ver en nuestro día a día. Esta asociación, junto con otros huesos del pie y del resto del esqueleto, nos sugiere que los humanos de la Sima de los Huesos eran más robustos y de cuerpos más anchos que sus descendientes los Neandertales, ya anchos y robustos de por sí.

 

Actualmente los fósiles originales de los pies de Prometeo de la Sima de los Huesos se encuentran expuestos en el Museo de la Evolución Humana (MEH) en Burgos, junto a dos tibias y dos peronés que previsiblemente corresponden a un mismo individuo. Muy cerca se encuentra el cráneo número 5, apodado Miguelón, con sus vértebras del cuello y la Pelvis, conocida como Elvis, con sus vértebras lumbares. En el futuro nuevos fósiles recuperados en la Sima de los Huesos nos permitirán comprobar o refutar si estas asociaciones son tales. O si por el contrario se trata de Frankenstein’s que iremos corrigiendo y matizando para así conocer cada vez más cómo eran los cuerpos de esta población de humanos que merodeaban por Burgos en el Pleistoceno medio.