El Museo de la Evolución Humana inicia mañana el ciclo de documentales ‘Voces de la Tierra’ sobre los lugares más remotos del planeta
Las películas muestran relaciones armoniosas entre humanos, animales y plantas. Este miércoles, a partir de las 19.30 horas, se mostrarán en el salón de actos del Museo películas sobre Sudán del Sur, Mongolia o Perú con la presencia de su director Aner Etxebarria, finalista en el Jackson Wild Festival con esta serie documental.
El Museo de la Evolución Humana inicia este miércoles, 24 de enero, un ciclo de dos días de documentales etnográficos sobre los lugares más remotos de la tierra y que muestran relaciones armoniosas entre humanos, animales y plantas. La proyección de las películas contará con la presencia de su director Aner Etxebarria, que fue finalista en los ‘Oscar de la naturaleza’ en el Jackson Wild Festival con esta serie documental a la que ha dedicado cinco años para mostrar que existen etnias que han conseguido sobrevivir gracias a su simbiosis con la naturaleza más salvaje. Etxebarria contará su experiencia en la filmación de las cintas.
El miércoles, 24 de enero, se podrán ver los siguientes documentales:
- ‘Mundaris y la manada de los reyes’
Los mundaris son una etnia nilótica que habita en Sudán del Sur. A través de las luces anaranjadas del amanecer, la respiración agitada y los poderosos mugidos preceden a los toques de un cuerno que hace sonar un ranchero de la tribu Mundari. La película se centra en Mogga, un respetado pastor, se despierta y le canta buenos días a Mamuar, el toro por el que estaría dispuesto a dar su vida.
- El pueblo Dukha y sus renos sagrados
En el norte de Mongolia, en lo profundo del bosque boreal más grande del mundo, los últimos miembros restantes del pueblo Dukha atraviesan la vasta Taiga a lomos de sus renos. Entre ellos se encuentra Bayandalai, un líder que ha estado luchando contra la modernidad y negándose a abandonar el Parque Nacional Tengis-Shishged.
- A rapa das bestas
Escondido en la Galicia rural, el pequeño pueblo de Cuspedriños alberga un silencio especial, roto sólo por los relinchos de sus fieras. Es un pueblo de 'aloitadores', que una vez al año reúnen a todos los caballos salvajes de la región en un anfiteatro de piedra, saltan sobre sus lomos y prueban su fuerza, cuerpo contra cuerpo, hasta que los equinos se rompen contra la arena.
- Los quechuas y la lana de los incas
A más de 5.000 metros sobre el nivel del mar, en un remoto valle de los andes peruanos, los habitantes de la comunidad de Palccoyo se alistan para el día del Chaccu, una actividad grupal en la que participan cientos de indígenas quechuas que acorralan y capturan las vicuñas silvestres de montaña.
Por su parte el miércoles, 31 de enero, se mostrarán tres películas sobre otros lugares de África y Sudamérica. Así, se podrán ver las siguientes cintas:
- ‘Yusuf y las hienas de Harar’
En el corazón de Etiopía se encuentra la ciudad de Harar, la cuarta ciudad más sagrada del Islam, donde se produce una convivencia única entre sus habitantes y las hienas. Cruzan el muro todas las noches y viajan sigilosamente por las aceras hasta la casa de Yusuf, apodado el superviviente; el hombre que sobrevivió al ataque de una hiena cuando era un bebé, pero que hoy en día las ve como miembros de su familia.
- Zafilosy y los cocodrilos sagrados
Cuenta la leyenda de cómo en el norte de Madagascar una inundación sumergió bajo sus aguas la ciudad de Antagnavo. Sólo sobrevivió una familia de todos sus habitantes. El resto se convirtió en cocodrilos. Zafilosy, descendiente de aquellos que escaparon de la furia de la tormenta, ahora actúa como Mpijoro, el sacerdote elegido para alimentar a los cocodrilos durante un ritual en el que los campesinos piden buena suerte a las bestias del lago.
- El pueblo Awa y sus ‘hanimas’
Las selvas atlánticas de la Amazonía brasileña son el hogar de los Awá Guajá, el pueblo indígena más amenazado del planeta. Son cazadores-recolectores que adoptan a todos los animales que quedan huérfanos tras las cacerías como forma de agradecer a la selva en la que viven. Los crían y cuidan hasta alcanzar el estatus de ‘hanimas’: un miembro más de la familia. Al llegar a la edad adulta, son liberados de regreso a la selva.