Primera impresión de Atapuerca
Reportaje de : Selma A. Izquierdo Seco (estudiante de periodismo en prácticas en el MEH)
Ser de Burgos y no haber probado la morcilla es inaceptable. Al igual que no conocer a Félix Rodríguez de la Fuente o no saberse el estribillo de “burgalesa, burgalesa…”. Otro pecado como burgalés es no haber visitado los yacimientos de Atapuerca. Lamentablemente, era mi caso. Hasta este verano no había pisado la sierra de Atapuerca.
Para sorpresa de muchos, nunca me han llevado con el colegio a ver las excavaciones. Por ello, acudir a los yacimientos en plena campaña de excavación me fascinó. Mientras visitábamos la zona de la trinchera, vimos en un yacimiento de Gran Dolina un carpo de hipopótamo. Evidentemente era de gran tamaño, aunque, lo llamativo era que se mantenían perfectamente colocados todos los huesos de la pata. Seguimos con la visita y en otro espacio estaban desenterrando una mandíbula de rinoceronte. Jamás se me hubiera ocurrido que a media hora de mi casa hace millones años hubieran estado conviviendo hipopótamos, rinocerontes y elefantes.
El camino que une los diferentes yacimientos de la trinchera se abre en mitad de una pequeña colina, ya que se trataba de una vía para el antiguo ferrocarril. De todos ellos, el de Sima del Elefante me llamó mucho la atención. En esta ocasión, la razón de su excepcionalidad no la tenían los homínidos, sino los arqueólogos. Antes de llegar a la excavación, tras los andamios, se vislumbra una pequeña cavidad en la pared de la colina y una pasarela de tablas amarillas en el suelo. Sin embargo, al acercarse, la cavidad tiene una secuencia de más de 20 metros y la pasarela amarilla se convierte en un puente. ¿Cómo tiene tanta profundidad? Porque llevan aproximadamente 30 años excavando en esa misma zona. Al comenzar a ras de suelo han ido bajando niveles y encontrando fósiles humanos de varias dataciones. Por ejemplo, el año pasado hallaron algunos fragmentos de la cara del primer europeo datados hace 1,4 millones de años y pertenecen al nivel TE7 (Trinchera Elefante 7).
Precisamente, el trabajo de los arqueólogos, geólogos y biólogos es impresionante. En cada espacio de excavación hay una docena de jóvenes investigadores y sus responsables trabajando con sumo cuidado, encogidos y concentrados en encontrar restos diminutos. La delicadeza de su trabajo, la minuciosidad que exigen las labores de excavación y el largo proceso de investigación y datación me desconcertaron al tener en cuenta la amplia posibilidad que existe de no encontrar nada relevante. Sin embargo, ahí siguen, año tras año, campaña tras campaña, solicitando plaza para excavar al menos 10 días en Atapuerca. Mucho sacrificio para una recompensa difícil de entender a ojos de los que no formamos parte del mundillo.
Otra labor que me dejó asombrada fue la del gremio de los periodistas. A pesar de llevar tres años cursando la carrera de Periodismo, no había visto a ningún periodista, ni a ningún fotógrafo, ejerciendo en la vida real. Mucho menos les había visto trabajando en Atapuerca entrando en cuevas y yacimientos. Resaltaba la marcada división entre periodistas y fotógrafos. Allí cada uno tenía una función muy clara y muy concreta. Por el contrario, en la carrera me han enseñado a ser una mujer orquesta, lo mismo sé escribir, que grabar y editar. De hecho, mi trabajo allí era grabar y fotografiar los yacimientos, así como documentar la campaña de excavación. Confieso que era algo cómico verme cargando con una cámara y un casco que me dificultaba la visión, mientras andaba con cautela de no chocarme con una roca o tropezarme en un andamio a 20 metros de altura.
La visita a los yacimientos de Atapuerca me sirvió para comprender más la evolución humana. Los huesos y los fósiles son clave para entender de dónde venimos, pero también hay que saber las condiciones en las que se desarrollaron los homínidos. Me gusta pensar que en ese aspecto nos parecemos. Para comprender a una persona humana, deberíamos tener en cuenta las condiciones en las que ha crecido. Las experiencias que hemos vivido nos conforman.
(Investigadores en Gran Dolina, fotografía de Selma A. Izquierdo)
(Investigadores en Portalón, fotografía de Selma A. Izquierdo)